El Desafío de la Sinodalidad para la Misión

  Consejo General

El pasado 13 de junio se celebró en Roma el encuentro de responsables y moderadores de Movimientos y Asociaciones Internacionales de Fieles que anualmente organiza el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, con la presencia de representantes de 95 de los 115 Movimientos y Asociaciones actualmente reconocidos oficialmente por la Santa Sede. El P. Pedro Belderrain cmf, como Asesor General, y yo mismo como Secretario General, asistimos en representación de nuestro Movimiento.

Este año, la reflexión del encuentro se centró en “el desafío de la sinodalidad para la misión”. Tras la Eucaristía inicial of oficiada por Monseñor Kevin Farrel, Cardenal Prefecto del Dicasterio en la Basílica de San Pedro, nos  trasladamos al  lugar donde se desarrollaría el resto de la jornada, el Aula Nueva del Sínodo. Allí se celebró también la Audiencia con el Santo Padre, que en su discurso, el Papa Francisco nos invitó a vivir la sinodalidad como estilo eclesial compartido, y convertirlo en un camino de conversión y transformación espiritual a nivel parroquial, diocesano y eclesial global. Y  nos ofreció tres consejos para crecer en sinodalidad: en primer lugar, esforzarnos en “pensar como Dios”, superando nuestros propios pensamientos. En segundo lugar, evitar por todos los medios la tentación de convertirnos en “círculos cerrados” comprendiendo que todo carisma siempre necesita ser “completado” por los demás carismas que el Espíritu suscita en su Iglesia. Y en tercer lugar, cultivar la humildad como la virtud más valiosa y que mejor nos abre la puerta a nuestro caminar sinodal, porque nos permite salir de nuestro caparazón y ponernos en actitud de apertura y escucha a quienes caminan con nosotros.

Al finalizar su discurso, el Papa  quiso saludarnos uno a uno a todos los participantes en el encuentro (¡más de 200 personas!). Fue un muy breve instante de saludo, pero supuso un sencillo gesto que evidencia el inmenso valor que nuestro Pontífice otorga al trabajo desarrollado por los Movimientos laicales desde la pluralidad carismática, y decidido impulso que quiere dar al apostolado y la misión de los seglares.

A lo largo del día, las diferentes ponencias nos ayudaron a entender que la sinodalidad y la misión son dos elementos constitutivos de la Iglesia. Ambos son inseparables y no se entienden el uno sin el otro. El profesor Rafael Luciani, de la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas (Venezuela) y miembro de la Comisión Teológica del Sínodo, nos insistió en que es el Pueblo de Dios el sujeto sinodal y misionero, que en su esfuerzo por avanzar juntos completándose mutuamente desde los diferentes carismas y vocaciones, se convierte en sacramento -signo- profético de unidad ante el mundo. Un Pueblo de Dios que, además, no es un concepto genérico o abstacto, sino que habita en un “lugar”. Somos una Iglesia de iglesias locales encarnadas en múltiples realidades físicas, sociales y culturales. Y esta inculturación nos debe llevar a entender que la Iglesia sinodal no puede ser homogénea, sino que necesariamente presenta múltiples caras que nos permiten comprender y tocar con las manos su “catolicidad”. Por eso, la sinodalidad no consiste simplemente en “caminar con otros” (algunos), sino en “caminar con todas y todos” sin excluir a nadie. Nos necesitamos mutuamente, porque nos “completamos”, y solo si somos capaces de abrirnos, salir de nuestra individualidad, escucharnos mutuamente y discernir juntos, podemos descubrir el “sensu fidei”: la voluntad del Espíritu que actúa en todo el Pueblo de Dios, santificándolo y distribuyendo a cada uno gracias especiales para ponerlas al servicio de la misión de toda la Iglesia.

La dimensión comunitaria de los Movimientos encierra es un motor para el actual proceso sinodal, que permite asentar algunos rasgos y buenas prácticas cotidianas, que la Dra. Elisa Lisiero, oficial del Dicasterio, nos fue detallando, y que fueron extraidas de las síntesis que los mismos Movimientos y Asociaciones enviamos en su día como aporte al proceso de preparación del Sínodo. . Pero a pesar de estos logros, no debemos ser conformistas. Aún queda mucho camino por recorrer, y es necesario que seguir revisando todas nuestras estructuras organizativas, de funcionamiento y de gobierno para que toda nuestra acción misionera se vivan con pleno sentido sinodal.

En el tiempo destinado a compartir entre todos nuestras inquietudes, se percibió el deseo de seguir incrementando los espacios de comunicación e interrelación mutua entre Movimientos que faciliten el descubrimiento de nuevos horizontes compartidos de evangelización, enriquecidos con la visión particular de cada carisma. También se señaló la importancia de perseverar en el caminar junto a nuestros pastores y obispos en las parroquias y diócesis donde tenemos presencia, para que desde un mayor conocimiento y comprensión, podamos descubrir juntos lo que cada uno puede aportar.

La jornada finalizó con la intervención del Cardenal Prefecto, Monseñor Kevin Farrell, que tras agradecer el importante aporte que los Movimientos y Asociaciones de Laicos realizamos a la misión evangelizadora de la Iglesia, nos interpeló a evitar la tentación de la autosuficiencia, dejándonos llevar por la comodidad de caminar solos, y nos animó a profundizar en nuestros propios procesos de conversión y renovación para seguir creciendo en sinodalidad misionera.

Miguel Angel Sosa Hernández, Secretario General MSC