Con gran alegría celebramos en San Antonio de Arredondo los días 25 y 26 de Noviembre nuestro encuentro anual de formación en el que el P. Antonio Vidales nos ayudó a reflexionar sobre la Iglesia que queremos ser, la Iglesia de Jesús, congregada por el Padre con la fuerza de su Espíritu en torno al Señor Resucitado. Como es habitual, en clima de fraternidad, trabajamos, oramos celebramos dando gracias al Dios de la Vida, porque ante tantos signos de muerte nos anima a descubrir la fuerza transformadora de su presencia para soñar el Sueño de Jesús, como comunidad de discípulos. Un diagnóstico inicial, nos ubic6 en el modelo de Iglesia que vivimos. Constatamos cuánto nos falta para ser la Iglesia Comunión que convierte y salva!, «la Iglesia Comunidad, reunida en torno a Cristo Resucitado en la que El es su centro, su coraz6n». Desde la realidad, nos sentimos convocados a atrevemos, con el coraz6n entero, a ser y promover una Iglesia sin miedo a las sorpresas del Espíritu, toda ella carismática y profético. – Una Iglesia que toma en serio las exigencias del Bautismo, que tiene «como c6digo de ruta y carta de navegación las bienaventuranzas». – Una Iglesia solidaria, que despierta a la realidad de la exclusi6n, «que opte por los pobres de tal manera que los pobres puedan optar por ella»
Una Iglesia que hace y se deja hacer por la Eucaristía, que encuentra en la Eucaristía la fuerza que la envía y sostiene en la misi6n de abrir caminos al Reino de Dios en el mundo.
Una Iglesia comunidad de servidores, toda ella ministerial y participativa en la que los dones recibidos sean para el servicio. – Una Iglesia de puertas abiertas, misionera y ecuménico, que vive el ecumenismo fecundo de las comunidades y de los grupos cristianos que se dan la mano para abrir juntos caminos al Reino de Dios. – «Una Iglesia con rostro y coraz6n latinoamericano, abierta y en comuni6n desde su propia identidad, con la Iglesia Universal y con todas las Iglesias locales; que exprese, proclame y celebre la fe en su propia cultura y su universo simbólico.
Pedimos al Señor que esta instancia de formación, no se agote en las jornadas celebradas, ni se limite a una relectura personal o se diluya en el tiempo, sino que se convierta en una propuesta revitalizadora, que al compartirla, nos anime a soñar el sueño de Jesús.
Ana Mª Sagua de Pirchio