Cómo asumir la llamada del V Encuentro de la Familia Claretiana
El V Encuentro de la Familia claretiana, que celebramos en Cuba el pasado mes de febrero, nos anima e interpela. En el número anterior del Boletín de los Seglares Claretianos pudisteis leer el Mensaje del Encuentro y las conclusiones del mismo. Seguramente los habéis comentado ya en vuestros grupos y habréis sabido recoger algunas de sus interpelaciones y darles una concreción operativa en vuestros proyectos.
La experiencia del Encuentro fue rica y, en cierto sentido, distinta de los encuentros anteriores. Esta vez nos centramos más explícitamente en la misión, buscando una mejor coordinación para ofrecer una respuesta misionera más significativa a los desafíos que descubrimos en el mundo de hoy. No es que en los encuentros anteriores se olvidara este aspecto, pues no tendría sentido una reunión de Familia claretiana que no se interesase por la misión. En este último Encuentro, sin embargo, hemos querido que el compartir y reflexionar sobre nuestro compromiso apostólico en el campo de la solidaridad, fuera lo que nos llevara a profundizar en la reflexión sobre nuestro carisma y nos encaminara en la búsqueda de una mejor articulación de nuestras fuerzas para crecer en fidelidad al mismo. Lo expresaba bien la pregunta del Mensaje final del Encuentro: «¿Qué podemos hacer para mantenernos creativamente fieles a nuestro carisma misionero ante un mundo lacerado por la injusticia, transido de violencia y explotador de la naturaleza?». A partir, pues, de la respuesta que cada grupo intenta dar a los desafíos de la misión en el área concreta de la solidaridad, hemos compartido la lectura que cada rama hace de su identidad hoy y, de este modo, hemos podido afianzar el fundamento sobre el que se construye nuestra comunión al interior de la familia.
En la presentación de cada grupo fuimos descubriendo la voluntad de dejarse interpelar por las situaciones concretas de las personas y los pueblos y la voluntad de responder a dichas interpelaciones. En la reflexión conjunta fuimos buscando la forma de apoyarnos mutuamente en este empeño y diseñando algunos senderos concretos de colaboración.
¿Cómo podemos asumir desde el Movimiento de Seglares Claretianos esas indicaciones? Ante todo, sería bueno que cada grupo leyera el Mensaje, compartiera las preguntas que le suscita y viera qué resonancia encuentra dentro de la situación peculiar en la que el grupo está viviendo y trabajando. Luego será necesario repasar las Conclusiones del Encuentro y ver qué podemos hacer concretamente en la línea indicada en las mismas. Como podréis leer en el número anterior del Boletín, se subrayaron algunos puntos que aparecían repetidamente en los informes de cada una de las ramas de la familia: la atención a la realidad; la exigencia que sentimos de una vida que testimonie los valores que queremos promover; la opción por los pobres y excluidos, que tienen rostros y nombres concretos en nuestras sociedades; la formación y la concientización que nos capacitan para un lectura correcta de la realidad desde los valores del Reino y para diseñar respuestas válidas a los desafíos que nos plantea; el compromiso por pasar de los análisis a la acción y aportar nuestro granita de arena a la transformación de la sociedad; la llamada a preguntarnos continuamente qué modelo de Iglesia estamos propiciando y qué podemos hacer para contribuir a construir una comunidad eclesial más al servicio de todos los hombres y mujeres; un estilo de misión que nos abre a la colaboración con otros, entre los que hay también grupos que no se confiesan creyentes o que pertenecen a otras tradiciones religiosas pero que vibran y trabajan por los mismos valores; el reconocimiento de la necesidad de conversión que tenemos todos y que no puede acabar en la confesión de la culpa sino que nos ha de llevar al propósito y a la enmienda. Son una serie de puntos que pueden dar pié a un análisis de nuestras propias actitudes y planteamientos. Si los reflexionamos en nuestros grupos van a contribuir ciertamente a que el esfuerzo que supuso el Encuentro de Familia produzca algún fruto en nuestras vidas y en nuestra proyección misionera.
Los compromisos concretos del Encuentro se articularon en torno a tres grandes núcleos: la colaboración; el compromiso como Familia Claretiana por la Justicia, la Paz y la Ecología; y el ofrecimiento de servicios por parte de cada grupo a las demás ramas de la familia. Ciertamente habrá que promoverlos desde los Gobiernos Generales; pero ello no tendría incidencia si no estuviese asumido por cada uno de los miembros de la familia y entrase como preocupación en los proyectos de cada uno de los grupos. Hay familias carismáticas en la Iglesia que han comenzado a trabajar muy significativamente en este campo. Tengo en mente el trabajo de la familia dominicana o de la franciscana. Han llegado incluso a crear estructuras jurídicas que les permiten tener acceso a foros internacionales o a los ámbitos de las organizaciones de las Naciones Unidas que se interesan por los temas relacionados con los Derechos humanos, los Derechos de los pueblos, la Ecología. No es que nosotros, como Familia claretiana, tengamos que hacer lo mismo. Incluso desde el punto de vista numérico o de recursos económicos, ello nos resultaría imposible. Pero sí que es importante recoger el mensaje que esas iniciativas sugieren: atención a los nuevos areópagos de la misión y la necesidad de coordinar esfuerzos.
La gran organización apostólica que el P. Claret tenía en mente, la Hermandad del Corazón de María en la que religiosos, sacerdotes y seglares se coordinaban para potenciar la misión, puede encontrar en el ámbito del trabajo por la Justicia, la Paz y la Ecología un terreno propicio para crecer y dar frutos abundantes. Que no quede por nuestra parte.
La colaboración en proyectos concretos – y los hay ya tantos en marcha en distintas partes del mundo- y el impulso hacia la creación de acciones cada vez más significativas pueden ser un modo concreto de dar respuesta, desde el Movimiento de los Seglares Claretianos a la llamada del V Encuentro de la Familia Claretiana.
Josep M. Abella, cmf. asesor del movimiento