Cuando nuestro párroco nos solicitó un retiro familiar parroquial para la víspera de Pentecostés, se suscitó en nuestro corazón un revoloteo de recuerdos. Hacía aproximadamente 8 años que habíamos impartido el último retiro parroquial como comunidad de Seglares Claretianos Itinerantes por el Reino. Y durante ese largo receso, involuntario en muchos casos, había nostalgia y añoranza por volver a reunirnos y trabajar en comunidad. Pero no se nos había presentado la oportunidad.
Los preparativos los hicimos con mucha ilusión: se escogieron los temas, se armó el esquema, se elaboró el programa, y todos a una respondimos sin chistar.
Ese día llegamos temprano para ambientar el lugar. Unos ensayaban los cantos y seleccionaban la música, otros probaban el equipo de proyección, quienes preparaban el altar y las cosas litúrgicas, el encargado del acto mariano se las ingeniaba para darle gran realce, y dos más armaban las dinámicas para los niños.
Los participantes empezaron a llegar, motivados por las notas del Himno de la Alegría y el ambiente de cordialidad. Comenzamos la oración, dirigida por Shenny, y se sentía la presencia del Espíritu que iba calentando nuestro corazón.
El primer tema, impartido por Julio Martínez, fue sobre la venida del Espíritu Santo en Pentecostés. Puso mucho entusiasmo y entrega en la exposición.
Siguió un receso después de la plenaria, y al regresar, siempre motivados con los canticos de avivamiento e invocación al Espíritu de Dios, tocó el segundo tema, esta vez con Doris Mejía.
El texto a reflexionar fue “¿De qué le sirve al hombre ganar todo el oro del mundo si al final pierde su vida?». Lógicamente con sentido puramente claretiano. Y la animación de los participantes crecía, con vivencias de la actualidad, con interiorizaciones antropológicas: hacia dónde vamos, qué queremos, Cuál es la esencia de mi vida.
Tuvimos un receso para compartir y exponer, antes de realizar nuestro Acto Mariano coordinado por César. Aquí se unieron los chiquillos guiados por Jeanneth y Norita, y con voces cargadas de emoción, entonamos los cantos a María. Una procesión, el Angelus, una reflexión, y todos después, contentos fuimos a compartir nuestro almuerzo frugal, con mucho gozo.
Regresamos para el tercer tema, esta vez el expositor, Carlos Funes. El texto bíblico “el Espíritu de Dios está sobre mí…” También con connotaciones claretianas, y un buen análisis de la realidad iluminados por el texto de Aparecida. Aterrizamos en un compromiso de conversión personal.
Al terminar, el Padre Julio Arváez celebró la Eucaristía, muy íntima, muy familiar, para cerrar con broche de oro una jornada de espiritualidad, que nos preparó para recibir la gran fiesta de la conmemoración del nacimiento de nuestra Iglesia. El Espíritu se manifestó en esa alegría, fraternidad y paz que experimentamos todos en cada momento de nuestro retiro.
Doris Mejía, Itinerantes por el Reino (Guatemala)