El pasado mes de junio tuvo lugar en Roma el tradicional encuentro anual de responsables de Movimientos y Asociaciones Internacionales de Fieles que convoca el Dicasterio para los Laicos, que este año coincidió en fechas con los actos de celebración del Jubileo de Movimientos. El Consejo General participó en estos importantes eventos en representación de nuestro Movimiento de Seglares Claretianos. En este octubre misionero, es bueno recuperar algunos ecos de lo vivido en aquellos días, por su significación para lo que somos y lo que hacemos dentro de nuestra Iglesia.
En torno al lema “La esperanza vivida y anunciada, el don del Jubileo para las agregaciones eclesiales”, las reflexiones y experiencias compartidas en el encuentro fueron una invitación a redescubrir la esperanza como motor de nuestra vida y nuestra misión. Las palabras de bienvenida del Cardenal Kevin Farrell, Prefecto del Dicasterio, ya nos alentaban a afrontar con valentía el reto de ser agentes de esperanza para el mundo contemporáneo, y a evitar nuestro estancamiento con una formación continua que nos ayude a cumplir mejor con esta misión, unidos a todo el Pueblo de Dios y en comunión con el sucesor de Pedro.
De todo lo acontecido en el encuentro pueden encontrar información más detallada en la página web del Dicasterio. Pero me gustaría rescatar las cuatro sugerentes imágenes que el Cardenal Luis Antonio Tagle nos brindó en su ponencia para renovar nuestra misión desde la esperanza. En primer lugar, la puerta abierta como el umbral que nos permite convertir nuestra casa en un lugar de acogida para el otro, y a la vez salir al encuentro del mundo para mostrar el rostro de la caridad de Cristo. En segundo lugar, la mesa y la comida, como lugar en donde nos podemos reunir de igual a igual, con una misma dignidad y sin discriminación, compartiendo todo lo que somos y lo que tenemos. En tercer lugar, la música y los cantos como expresión de nuestras alegrías, lamentos, miedos y esperanzas, convertidos en oración y alabanza a Dios. Y en cuarto lugar, el camino sinodal que nos mantiene en movimiento, peregrinando juntos, dispuestos a descubrir con humildad el don de Dios manifestado en otras personas y culturas… El cardenal Tagle concluía su intervención afirmando que “imaginar la misión a la luz de la esperanza significa mirar el mundo de hoy con los ojos del Resucitado, que sale al encuentro de cada persona para que su corazón arda… No hay realidad en la que Dios no pueda manifestarse.”
Felizmente, este año el encuentro amplió su duración, incorporando momentos de celebración y trabajo en grupos. Estos momentos facilitaron una mayor interrelación entre los participantes, que nos permitió conocer mejor nuestras diferentes realidades, compartir comidas y conversaciones, celebrar y orar juntos, y comentar experiencias vividas, constatando la realidad plural y poliédrica de la Iglesia. Tanto durante el encuentro como en las celebraciones del Jubileo, los responsables de los Movimientos pudimos sentir, con sus valores y fragilidades, el pálpito de una Iglesia viva, reunida en torno a Cristo.
Esta experiencia de Iglesia que anhela ser testigo de esperanza para el mundo debe ser también un estímulo para continuar desarrollando nuestra misión con ilusión y responsabilidad. El Papa León XIV nos dijo a los Movimientos en su audiencia al final del Encuentro: “Mantengan siempre vivo este impulso misionero. Los Movimientos eclesiales también hoy tienen un papel fundamental en la Evangelización…” Sigamos, por tanto, perseverando en nuestra misión desde el cimiento de nuestra comunión eclesial, colaborando con humildad al camino sinodal de todo el pueblo de Dios y sus pastores en cada una de los lugares en donde estamos presentes.
Miguel Ángel Sosa
Secretario General