En todos los años de vida como participante de una parroquia claretiana en Lima, distrito de San Miguel, este año ha sido muy especial en particular. En el triduo “La virtud imprescindible” que vivimos junto a los hermanos de la Comunidad Meraki y otros laicos de otras partes del mundo, oramos juntos y pudimos encontrar el sentido de aquello que Claret inspira y motiva en quienes lo conocen.
El triduo estuvo inspirado en la siguiente frase de la Autobiografía de nuestro Padre Fundador “La virtud más necesaria es el amor. Sí, lo digo y lo diré mil veces: la virtud que más necesita un misionero apostólico es el amor. Debe amar a Dios, a Jesucristo, a María Santísima y a los prójimos. Si no tiene este amor, todas sus bellas dotes serán inútiles; pero, si tiene grande amor, con las dotes naturales, lo tiene todo” (Autobiografía 438).
Este tiempo de compartir removió en mí muchas enseñanzas y vivencias con los sacerdotes claretianos con quienes viví muchas mañanas y tardes de consejos y catequesis: Padre Aurelio y su catecismo, Padre Manolo con sus consejos tan acertados, Padre Alfonso con su cariño por la Pastoral Juvenil y tantos otros que han pasado y quedado en el corazón de quienes los conocemos y reconocemos como signos del amor de Dios a través de un carisma tan especial como el que compartimos.
Que San Antonio María Claret siga motivando en el compromiso y la misión de abrasar por donde vamos.
Fiorella Floiras, seglar en discernimiento
Comunidad Meraki, Lima – Perú